Contexto humanitario
Tras 12 años de conflicto, Siria se enfrentó a otro golpe devastador cuando una serie de terremotos sacudió el norte de Siria y la vecina Turquía en febrero de 2023, causando casi 6.000 víctimas mortales, 13.000 heridos y el desplazamiento de cientos de miles de familias en Siria. Esta crisis agravó la grave situación de los sirios, que ya luchaban contra unas infraestructuras debilitadas y la inestabilidad económica, y dejó a 16,7 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria.
Los brotes recurrentes de enfermedades, las infecciones transmitidas por el agua, la sequía prolongada y la inseguridad alimentaria contribuyeron al aumento de las tasas de muertes prematuras y enfermedades, incluido el aumento de los niveles de malnutrición. Aproximadamente 12,9 millones de sirios necesitaron ayuda alimentaria, lo que representa la mitad de la población, y el coste de los alimentos esenciales se duplicó en octubre de 2023. En noviembre de 2023, la libra siria se había depreciado a la mitad frente al dólar estadounidense, lo que repercutió significativamente en el coste de la vida. La inflación y la crisis económica general agravaron aún más los niveles de pobreza y la dependencia de la ayuda humanitaria, dejando al 90% de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Nuestra actividad
Acción contra el Hambre prestó asistencia, llegando a más de 1 millón de personas en 2023 en Alepo, Hasaka, Hama, Idlib y Lataquia. Centrándose en la salud y la nutrición, la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia y los esfuerzos de respuesta de emergencia (en particular en las comunidades afectadas por el terremoto), Acción contra el Hambre trabajó para reactivar las estructuras comunitarias existentes para servicios sanitarios sostenibles y gestionados localmente, rehabilitar la cadena alimentaria, introducir prácticas agrícolas climáticamente inteligentes para la resiliencia medioambiental, y garantizar el acceso de las comunidades al agua potable.
Además, proporcionamos agua potable diariamente a más de 200.000 personas en Hasaka, en el norte de Siria, donde la sequía y los múltiples ataques a la estación de agua de Alouk habían agravado el sufrimiento de la población.
DÓNDE
AYUDAMOS
Ayudamos a 24,5 millones de personas anualmente. Trabajamos en 55 países de África, Asia, América Latina y Europa, los más amenazados por el hambre.
TESTIMONIOS
AMINA, MADRE SOLTERA DE 23 AÑOS, LLEVABA DOS LARGOS AÑOS ESPERANDO NOTICIAS DE SU MARIDO
desaparecido a causa del conflicto en Siria. Desgraciadamente, hace poco recibió la espantosa confirmación de su muerte, que la ha dejado emocionalmente trastornada. Amina y sus dos hijos, un niño y una niña, encontraron consuelo y refugio en casa de sus padres, junto con sus tres hermanas y dos hermanos.
La vida no era nada fácil para la familia, que sufría graves dificultades económicas. El anciano padre de Amina trabajaba duro para mantenerlos, recogiendo plástico para obtener unos ingresos limitados. Mientras tanto, Amina y sus hermanas se esforzaban por llegar a fin de mes trabajando en elKhan Mohammad vive en Kabul desde hace unos 8 años junto a su mujer y sus 3 hijos y 2 hijas, en la casa de uno de sus hermanos, quien ha prestado a la familia una habitación con baño.
En invierno no tenemos mucha electricidad, y el tiempo es tan frío y la madera tan cara que no siempre podemos permitírnoslo, pero tenemos un calefactor y todo el mundo viene a esta habitación a calentarse. En cuanto al agua, sólo tenemos un pozo, aquí en nuestra casa. La bebemos, lavamos la ropa y también la utilizamos para otras necesidades. Nos trasladamos de Paktia a Kabul porque en Paktia no había oportunidades de trabajo. En primavera todavía se está bien, pero en invierno ni siquiera encontramos suficiente comida.
Hace dos años que Khan Mohammad no tiene un trabajo fijo, a pesar de que las oportunidades en Kabul parecían mejores. Antes era conductor, lo que le permitía cubrir mantener a su familia y comprar medicinas. Su hijo más joven, Arfanullah, comenzó a perder peso de forma preocupante dos meses después de nacer. A pesar de no haber tenido problemas en los otros embarazos, Babri, su madre, no producía suficiente leche para alimentar a Arfanullah y, además, estaba enferma pero no podía permitirse el tratamiento. Eso la llevó a dejar de dar el pecho al bebé, lo que tuvo un efecto negativo sobre la salud y el desarrollo del pequeño.
Al verle enfermar, sus padres le llevaron a la clínica local, donde le dijeron que, aunque el niño perdía peso y sufría fiebres y diarrea, no tenia malnutrición. Este diagnóstico incorrecto retrasó su tratamiento pero una vez que llevaron a Arfanullah a la unidad de alimentación terapéutica de Acción contra el Hambre en Kabul, el niño fue diagnosticado de malnutrición e ingresado durante 11 días, en los que se recuperó gracias a la leche terapéutica, así como la capacitación sobre nutrición y alimentación que recibieron sus padres. descascarillado del maíz, pero sólo conseguían una exigua cantidad de dinero con ello.
Para colmo de males, Amina se dio cuenta de que su hija de 2 años, Nour, parecía diferente de los demás niños de su edad. Nour era más pequeña y poco comunicativa, incapaz de hablar o ponerse de pie. Amina sentía que algo iba mal pero no podía averiguar qué era, lo que la afectaba profundamente.
Las trabajadoras sanitarias de las clínicas móviles de Acción contra el Hambre visitaron su barrio y, durante una de estas visitas domiciliarias, examinaron a Nour en busca de malnutrición y descubrieron que sufría un edema generalizado (acumulación de líquido que afecta a todo el cuerpo y no a órganos o zonas corporales), con una medida de 10 en la circunferencia media del brazo (MUAC). Inmediatamente remitieron su caso al centro comunitario de tratamiento de la desnutrición aguda más cercano para que le dieran el tratamiento necesario.
“Pensaba que mi hija había ganado algo de peso, no pensaba que padecía una enfermedad grave”, explica. Afortunadamente, tras una semana de tratamiento en el centro, la salud de Nour mejoró y se recuperó.
"Tras la noticia de la muerte de mi marido, sentí que perdía la esperanza. Pero ahora Nour se está recuperando y goza de buena salud. La esperanza ha vuelto a mí y a mi familia. Doy gracias a Dios y a Acción contra el Hambre por su seguimiento y sus esfuerzos", cuenta Amina.